Tenia la falsa esperanza de que siendo una chica inteligente el mundo caería rendido a mis pies, pues bien aveces se necesita mas que talento para que el mundo te deje pasar.



A veces lo que escribo paso, a veces solo desearia que hubiera pasado.

jueves, 18 de julio de 2013

Tres días.

Son las doce y estoy sola... No, sola no, la jarra de mojitos y la lista de reproducción de 145 canciones me hacen compañía.
Ellas se fueron temprano, después del sushi, los mojitos y las platicas sobre nuestra primera vez. Las diferencias entre perder la virginidad y coger en casa mientras tus papás piden de cenar nos tomaron casi la mitad de nuestra provisión de ron.
Después del sexo oral vino nuestro miedo al embarazo y un monólogo por parte de C sobre su retraso de la semana pasada.
Cada una tiene algo especial: I, su falta de las palabras adecuadas a lo que intenta explicar. A, su orgullo gritón que nunca la deja escuchar. K, su miedo a la soledad, sus problemas de chicos. C, su retraso en todo, incluida la regla. Las amo.
Al final hemos llorado, unas por el idiota que no contesta los whatsapps, otras por el novio que no veran en un mes y unas mas lloramos por alejarnos, por la distancia que separa a Durango de Irapuato y por las platicas con whisky semanales que no se harán mas.
Yo aun lloro. Por los amores platonicos, por el silencio que no dice nada, lloro por mi perrita que se queda, lloro por la lluvia que tal vez no este para despedirme, lloro por Gota y el final que no fue escrito para ella. Lloro por mí.

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