Tenia la falsa esperanza de que siendo una chica inteligente el mundo caería rendido a mis pies, pues bien aveces se necesita mas que talento para que el mundo te deje pasar.



A veces lo que escribo paso, a veces solo desearia que hubiera pasado.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Javier Cervantes

Cuando llegó sin avisar todo mi universo sonrió y, alentada por la idea de una conspiración cósmica, me dejé creer que su llegada a MI café, no al café donde trabajaba si no al café que visito cada sábado, era algo mas que coincidencia, que nuestras almas se buscan tan desesperadamente que le hicieron cambiar su rutina, solo para toparnos a unas cuadras. Pero después de un par de horas de aparentar no habernos visto y de desviar la mirada para que no se cruzara, me dije a mi misma que el destino no tiene su nombre, y que si lo tiene entonces primero debe dejar de ser tan cobarde.
La primera vez que le vi, algo en mi pecho despertó y cavo un hueco que solo su presencia puede llenar, y no es que espere que me bese o que me quiera, pero si cuento los días hasta nuestro próximo encuentro para verle sentado, moviendo su pierna con inquietud.
Me recuerda al que describí en una servilleta de un restaurante durante una cena con mi madre, no al hombre del dibujo, a el no puedo describirlo por que sé que él es él y ya. Pero Javier tiene lo que yo esa noche pedí, y mas, por que hasta hoy no he necesitado de el, es mas el cariño que tengo por su idea que el que tengo por su imagen y eso le deja todo un mundo de posibilidades, de ser idiota, inmaduro, inteligente, mujeriego, amable, educado, un completo indeseable o el mejor hombre de todos. 
No quiero tocarlo ni hablarle, pero quiero saber que somos capaz de estar juntos, que elegimos vernos de lejos, o no vernos.Quiero tener opción, de quererlo, de odiarlo, de no sentir nada o de sentirlo todo.